martes, 11 de diciembre de 2012

El Cuento de Nunca Acabar

La República Argentina "fue" (barbarismo) Tras 60 años de andar a los tumbos, su organización política se encuentra estrellada y salida de órbita del mundo Occidental Cristiano que le diera vida y sustento, para ser una Isla en donde sus habitantes lejos de disfrutar de las ventajas de sus riquezas naturales y los adelantos del mundo moderno y procurarse un futuro promisorio para si y sus descendencias; se encuentran impedidos de hacerlo y obligados a "vivir con lo nuestro" y en permanente conflicto entre sectores económicos domésticos y externos y entre estos con su gobierno, habiendo llegado a un punto en el que nadie sabe como salir de esa situación y por tanto solo se atina a seguir adelante "sea como sea".
En el prefacio de mi libro El País de Los Locos (1995) ya me refiero a esta anormalidad de funcionamiento de su sociedad, al punto de prevenir su desaparición y/o relegamiento de su condición de miembro de la sociedad mundial. "El final de siglo sorprendió a este País debatiéndose internamente en todos los niveles en la mas completa anarquía, habiendo perdido la oportunidad de integrar este nuevo mundo"
Prueba de esta premonición son los hechos de este fin de año 2012 en que el gobierno del Frente para la Victoria encabezado por Cristina Fernandez de Kirchner a un año de haber sido reelecto, enfrenta una serie de manifestaciones populares de reclamos y de rechazo de sus acciones, como así también de crisis en sus relaciones institucionales con los otros poderes del Estado en particular con el Judicial, lo que hace pensar en la no continuidad desde el punto de vista técnico de esta administración, lo que constituye un nuevo jalón negativo en la historia política-económica de esta Nación Sudamericana.
La serie de quebrantos del orden que se inicia en 1955 con el derrocamiento del General Perón, siguiendo con el de Arturo Frondizi en 1962, el de Arturo Illia en 1966, la insurrección de 1970, el alzamiento militar de 1976, la crisis de 1982, el de fin de gobierno democrático de 1989, el derrocamiento del Presidente De la Rua, parece concluir ahora con esta situación en la que nadie sabe que caracter va a tener esta contienda pública habiéndose establecido una sensación de final impreciso o "abierto" y generalizada desazón por este final de un gobierno que contara con apoyo y credibilidad suficiente hace solo un año y se encuentra ahora en desbaranque victima de sus propios errores sin ninguna duda.