domingo, 4 de enero de 2009

EL AÑO DEL OPROBIO

Si bién en 2001 el "golpe de estado" institucional que causara la renuncia del Presidente De la Rua, constituyó una mancha en el ya no limpio historial de la democracia argentina, y una afrenta a la voluntad ciudadana de elección; 2008 -zaga de la movida aquella- fué el año de mayor oprobio en la ya azarosa trayectoria de construcción de la República Federativa.
Desde que un personaje esquizofrénico a travez de un ignoto Partido de la Victoria se hace de la Presidencia de la República en el año 2003, pasando por la reciente designación de su esposa como candidato para un nuevo período, ya sucesorio, en este año, hemos asistido a la mayor consumación de hechos aberrantes desde el punto de vista jurídico e institucional y de gobierno.
Hay que puntualizar que si bién estos obedecieron a directivas del elenco presidencial, fueron posibles de ser llevadas a cabo, por la irresponsable actitud de 130/140 diputados y 40 senadores que traicionando a la ciudadanía que dicen representar, consumaron los mayores latrocinios de la historia, escarneciendo la opinión pública nacional e internacional, sin medida de las consecuencias para la población en general, para las fuerzas productivas y para los gobiernos provinciales, seriamente afectados en sus economías por esta creciente concentración de recursos en el nivel de gobierno nacional, contraviniendo la expresa letra y el espíritu de la Constitución Nacional.
Estos, vuelvo a repetir, "aberrantes" hechos deben hacer recapacitar a la civilidad toda y movilizarla a exigir de sus falaces representantes la corrección inmediata de sus dislates y excesos cometidos y promover el recupero del rol del Congreso Nacional de verdadero "Parlamento" donde se debata y diseñen políticas de consenso, no de acatamiento de directivas mesiánicas presidenciales que resultan atentatorias de los derechos y garantías individuales y del primigenio orden de gestión que les corresponde a los estados federales.